ASHTANGA VINYASA YOGA

El yoga cuenta con variantes físicas y dinámicas, entre ellas el Ashtanga Vinyasa Yoga, una técnica energética para mejorar la salud física y conseguir calma interior. Como cualquier estilo de yoga (que en sánscrito significa «unión») favorece el bienestar integral de la persona, pero se diferencia de otros por la práctica del vinyasa, un sistema de movimientos y respiración sincronizados. Estos movimientos actúan de hilo conductor entre las posturas (asanas) y permiten una práctica fluida y dinámica.

La práctica continuada de ashtanga yoga estiliza y fortalece el cuerpo, proporciona un estado mental sereno y purifica el organismo, la mente y las emociones. Sus beneficios son innumerables y por ello se ha convertido en uno de los estilos de yoga más de moda en Occidente a pesar de proceder de la India, de un texto llamado Yoga Kurunta con más de mil años de antigüedad. Personas con estilos de vida muy diferentes lo practican con asiduidad. Se trata de una actividad exigente, puesto que requiere tenacidad, resistencia y concentración, pero cualquier persona puede iniciarse; el único requisito es ser constante y paciente.
Los cambios que la práctica provoca en el cuerpo y la mente son inmediatos si es continuada (se recomienda empezar con un mínimo de dos sesiones a la semana). Los más rápidamente detectables son los físicos: el cuerpo se estiliza y muscula ligeramente.
Desde un punto de vista interno, la práctica de ahstanga aumenta la capacidad de concentración, la vitalidad y la energía, con lo que se logra un estado físico y mental saludable y despierto. A medio plazo, ayuda a liberar tensiones, a relajar la mente, reduce el estrés y equilibra el metabolismo, mejorando notablemente el proceso digestivo, el estreñimiento, la circulación y la conciliación del sueño. Con el tiempo, se deshacen bloqueos emocionales e incluso se llega a observar los procesos mentales desde el desapego, sin juzgarlos ni identificarse con ellos.

El alumno que se inicia en ashtanga no tiene por qué haber practicado yoga antes ni poseer habilidades específicas. Las sesiones pueden ser guiadas (el profesor explica la secuencia) o, cuando se conocen las posturas, de estilo Mysore (el alumno practica a su ritmo y el profesor le corrige). En cualquiera de las dos formas, la estructura de la práctica siempre es la misma: se repite una misma secuencia de asanas y, a medida que la práctica progresa, el profesor añade nuevas posturas. Cada asana prepara para la siguiente: desarrolla la fuerza, la elasticidad y el equilibrio necesarios para continuar.
La sesión se inicia diciendo un mantra en sánscrito que expresa el deseo de salud y prosperidad; siguen los saludos al sol que ayudan a calentar y purificar el cuerpo; las posturas de pie, que proporcionan resistencia y estabilidad; las posturas sentadas, que intensifican y tonifican la práctica; y las finales, que se utilizan para recuperar el equilibrio y la armonía. Es recomendable relajarse un mínimo de 10 minutos después de la práctica para asimilar sus beneficios.
Aparte del vinyasa –unión de respiración y movimiento– los principios esenciales del ashtanga son la combinación de la respiración sosegada y regular (ujjayi) con las contracciones musculares del abdomen y suelo pélvico (bandas), y el punto de enfoque fijo de la mirada (drishti). Conocer la serie, sin tener que seguir al profesor o que pensar qué postura sigue, permite concentrarse en el sonido rítmico y regular de la respiración, lo que automáticamente tranquiliza la mente y paraliza los pensamientos continuos que vienen a la cabeza y que, por lo general, constituyen la causa más frecuente de estrés. Con la práctica regular del ashtanga yoga se logran eliminar tensiones internas y externas, concentrar la atención en el ahora, y conseguir así hacer realidad el tan difícil «vivir y disfrutar el momento».